viernes, 5 de diciembre de 2014

pintar todos los días el mismo cuadro


Imaginaos pintar todos los días el mismo cuadro: un paisaje, una pradera, una casita, una montaña, unos árboles, una puesta de sol…


Ese cuadro lo copias de otro que os ha mostrado el maestro, que a su vez, este maestro ha copiado de otro y este de otro hasta que se nos pierde la memoria del tiempo.


Tenemos que hacer la copia lo más parecida posible al original mostrado, sin decirnos la técnica que hemos de utilizar, simplemente copiar y copiar.


Y así, repitiendo, no solo todos los días sino incluso varias veces al día.


A la vez que pintamos todos los días el cuadro de igual manera, recitamos lo bonito que es el cuadro y los beneficios que nos aporta el pintarlo, se nos fortalece el cuerpo y el espíritu, dicen. Abnegación, esperanza, paz, tranquilidad, valor, resistencia, sacrificio…


A la vez que pintamos el mismo cuadro todos los días, añadimos rezos, cantos, mantras, todos los días también los mismos, repitiéndonos a continuación todos los beneficios que nos reporta todo ello.


No se nos permite realizar el cuadro de otra manera, introducir cambios, alguna variación, ni tampoco a los cantos ni a los rezos, con la advertencia de que nos saldremos del camino correcto, condenaremos nuestro espíritu, perderemos la paz, traicionaremos la idea original.


¿Os dice algo este cuento? ¿Tiene algo que ver con algo de la vida real?


Religión, milicia, secta, yoga, pilates, taichí, ballet… ¿cuántas más?


¿Os imagináis la vida repitiendo siempre el mismo esquema? Imposible, no habría vida.


Las especies? El hombre desde sus orígenes? No habría habido especies, ni evolución, ni progreso, ni hombre? ¿Seguiría la vida repitiendo lo mismo desde hace millones de años? No porque la vida habría muerto. La vida es una evolución y cambio continuo.


Pero el yoga clásico, la milicia, la iglesia… esos grupos siguen haciendo lo mismo que hace miles de años. Lo mismo exactamente no, hay que adaptarse un poco a las circunstancias, pero en esencia sigue haciéndose lo mismo, para mantener los privilegios de unos y la obediencia de los otros.

Y a eso lo llaman sabiduría o dios o felicidad.
 
 
Cuadro de Shirin Neshat