E. Fromm / El miedo a la libertad –pag.278 y sig.
Saber lo que realmente uno quiere no es nada fácil:
Representa uno de los problemas más difíciles a los que
se enfrenta el ser humano.
Este teme profundamente asumir el riesgo y la
responsabilidad de plantearse sus propios fines.
No hace más que representar un papel que le ha sido
asignado.
Hay una gran dificultad en reconocer que nuestros
deseos, pensamientos y emociones no son realmente
nuestros sino inculcados desde fuera por algo
relacionado con la “autoridad”, la iglesia, el estado,
o la opinión pública como instrumento de conformismo.
Nos hemos transformado en autómatas que viven bajo
la ilusión de ser individuos libres.
Todas las personas se han convertido en instrumentos,
cada uno parte de una máquina, que ha construido con
sus propias manos.
Piensa, siente y quiere lo que él cree que los demás
quieren que él sea que debe pensar o sentir.
La pérdida del yo aumenta la necesidad de
conformismo.
Cada uno, solo puede estar seguro de sí mismo en la
medida en que satisface las expectativas de los demás.
Así logramos acallar las dudas de nuestra propia
identidad y ganamos una cierta seguridad.
El autómata está vivo biológicamente pero no psíquica
ni emocionalmente.
Se ajusta al mandato de autoridades anónimas.
La disposición a aceptar cualquier ideología o líder
siempre que sean capaces de ofrecer una estructura
política y los símbolos que aparentemente dan
significado y orden a la vida.
El carácter del autómata humano es el campo fértil para
los propósitos del fascismo