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miércoles, 15 de noviembre de 2017

Saber lo que realmente uno quiere


E. Fromm / El miedo a la libertad –pag.278 y sig.




Saber lo que realmente uno quiere no es nada fácil:

    Representa uno de los problemas más difíciles a  los que
 se   enfrenta el ser humano.

Este teme  profundamente asumir el riesgo  y la 
responsabilidad de plantearse sus propios fines.
 
No hace más que representar un papel que le ha sido
 asignado.
 
Hay una gran dificultad en reconocer que nuestros
 deseos, pensamientos y emociones no son realmente
 nuestros sino inculcados desde fuera por algo
 relacionado con la “autoridad”,  la iglesia, el estado, 
o la opinión pública como instrumento de conformismo.
 
Nos hemos transformado en autómatas que viven bajo
 la ilusión de ser individuos libres.
 
Todas las personas se han convertido en instrumentos,
 cada uno parte de una máquina, que ha construido con
 sus propias manos.

 
Piensa, siente y quiere lo que él cree que los demás
 quieren que él sea que debe pensar o sentir.
 
La pérdida del yo aumenta la necesidad de
 conformismo.
 
Cada uno, solo  puede estar seguro de sí mismo en la
 medida en que satisface las expectativas de los demás.
 
Así logramos acallar las dudas de nuestra propia
 identidad y ganamos una cierta seguridad.
 
El autómata está vivo biológicamente pero no psíquica
 ni emocionalmente.
 
Se ajusta al mandato de autoridades anónimas.
 
La disposición a aceptar cualquier ideología o líder 
siempre que sean capaces de ofrecer una estructura
 política y los símbolos que aparentemente dan 
significado y orden a la vida.
 
El carácter del autómata humano es el campo fértil para
 los propósitos del fascismo

lunes, 9 de mayo de 2016

educación como domesticación


La educación como domesticación  fija, pega, ancla en los niños, actitudes y sentimientos y con estos, ideas: Resignación. Inseguridad. Miedo. Desconfianza.

 La emoción se contagia. La actitud de un familiar es mimetizada por el niño y de adulto formará parte de su comportamiento sin saber de dónde viene. Una madre, una abuela, una tía, ansiosa, miedosa, insegura, etc., transmite la emoción al niño, este la mama, la mimetiza. Pero es que, además, la emoción conlleva un comportamiento, una forma de ser y de actuar. Al pegarse la emoción se nos quedan clavados también los comportamientos.

 Manifiesta esa emoción y esos comportamientos ante los demás, ante los acontecimientos que le rodean, solo podrá desprenderse de ella, tomando consciencia primero, pero después, solucionando en la realidad, con actos, lo que ese comportamiento implica, ha de corregirlo, transformarlo.  Cuanta más cultura y saber tenga, más herramientas para concienciarse y transformarse.

Tendremos resignación ante los acontecimientos diarios. / La vida es  así, qué se le va hacer… / Intentar cambiar la situación ni se  nos puede pasar por la cabeza, pero esa es la única solución: actuar para cambiar / las situaciones desconocidas nos dan miedo – mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer / Estamos seguros en nuestra cárcel,  la libertad nos da pavor  /  Tenemos el miedo y la inseguridad metidos en el cuerpo / Estas emociones están reforzadas por las ideas   “ ideologizantes” y justificadoras de lo que pensamos, de lo que hacemos y de lo que no hacemos / A una manifestación corporal que es la emoción, se le añade  una justificación o razón mental /