domingo, 13 de junio de 2010

gorrión

Un gorrión se posa en la barandilla. Pía mirando inquieto a uno y otro lado. Parece decirme algo, pedirme algo.
Soy ese gorrión, que sentado en el balcón, ensimismado, pide algo.
Las chicas pasan por la calle, exuberantes. Las contemplo con un deseo anquilosado. Admiro su belleza. Me relamo. Pero mi sexo no se inmuta. Hasta hace muy poco lo notaría removerse contento. Ya solo me queda el placer de la vista, la melancolía.
Las acaricio mentalmente. Me recreo en sus curvas y volúmenes. Envidio su alegría y desparpajo.
Me alimento de sueños.
He vivido a las puertas del paraíso, las rocé con mis manos, vislumbré todo lo que había dentro, o casi todo.
Lo he disfrutado en sueños, no crucé la puerta, ignoro su realidad vertiginosa.
Me he alimentado de sueños.
Ya es demasiado tarde, está anocheciendo, la oscuridad se vislumbra en el horizonte. La noche será eterna y no quedará tiempo para soñar.
Cierro el cuaderno. Mi mirada se pierde en el cielo.
Las mujeres con sus pechos enhiestos avanzan.
¡Qué agresión! ¡Qué indefensión! ¡Qué desolación!
Paso la hoja. Espero.
Las mujeres no dejan de invadirme. No sé dónde esconderme.
¡No quiero esconderme! Quiero su invasión. Quiero sufrir su tortura.
Escardo mi pequeño jardín particular. Sacudo las hojas secas del rosal y me lleno de espinas, me sangran los dedos.

viernes, 11 de junio de 2010

porque no vivo



porque no vivo, sueño.

porque no hablo, escribo.

porque no escribo, muero.

promesa de vida



Todas las noches

me acuesto pensando en vosotros.
Vosotros sois mi estímulo para seguir viviendo.
Quiero vivir para mataros.