Quedarse inmóvil puede significar enfrentarse a la existencia, al vacío, a la realidad.
Puede por ello despertar angustia, pero es también una forma de vencerla.
Pueden asaltarnos sensaciones, percepciones e imágenes desconocidas e incontroladas que nos asustan.
Pero cuando las vencemos, descubrimos que nos proporcionan un profundo bienestar y relajación.
Enfrentarnos a ellas y aceptarlas nos permitirá, al menos, ser más sinceros con nosotros mismos -ver más-
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