PROHIBIR Y CASTIGAR
Cuando no se tienen conocimientos, tampoco se tienen los recursos
derivados del conocimiento.
La prohibición y el castigo es el recurso de quien no tiene
recursos.
De quien no
tiene conocimientos, pero tampoco bondad ni criterio para usar otros recursos.
Con la
prohibición y el castigo la responsabilidad se deriva hacia los individuos que
sufren el castigo despojándose las instituciones castigadoras de su verdadera responsabilidad.
Eso es lo que hace el padre con el hijo, el marido con la mujer, el estado y el gobierno con los ciudadanos: prohibir y castigar.
Más, quien
utiliza el recurso de la prohibición y del castigo, no solo lo utiliza por no
tener conocimientos ni bondad, sino por tener la fuerza y el poder para
prohibir y castigar.
La utiliza el fuerte contra el débil: padre contra hijo, marido sobre mujer, estado sobre ciudadano. No a la inversa, no la utiliza el débil contra el fuerte: hijo contra el padre, mujer contra marido, ciudadano contra estado. Pobre contra rico. No.
Cuando la violencia es
utilizada por el débil es como defensa contra la opresión del fuerte.
Porque no se
tiene interés por saber. Interés es
preocupación, algo que incita e impulsa a saber. Para saber hay que indagar,
reflexionar, investigar, estudiar, no aceptar lo hecho y dicho como natural.
Cuestionar, preguntar.
No se tienen conocimientos
sobre un tema porque los intereses están puestos en otro sitio.
No se tiene interés por curar porque el interés está puesto en
depredar.
En la falta de saber y de recursos influye la historia y la cultura. Las costumbres, las normas, la moral, enseñadas por nuestra miserable sociedad por los siglos de los siglos.
En la falta de saber y de recursos de la que hablo influye
nuestra cultura machista, patriarcal, religiosa, militarista y capitalista.
Inclina la balanza de conocimientos hacia un lado y deja sin sostén al otro lado. La balanza se inclina hacia donde el poderoso quiere. dejando colgado al desvalido.
El comienzo
del desastre apareció cuando comenzó a instalarse la desigualdad entre los
humanos y creció y aumento con su desarrollo.
A los
poderosos solo les interesa aumentar su poder, su riqueza y su dominio. Y para
ello han de someter, engañar, domesticar.
Solo muestran
resquicios de bondad o de interés por el otro cuando les interesa.
Solo se
preocupan del pobre cuando es necesario para que este siga sometido y
produciendo para el rico.
Solo enseñan o
educan más cuando lo necesitan para seguir produciendo.
En el capitalismo se da una aparente riqueza porque el capitalista se ha dado cuenta que para seguir él ganando, el pueblo ha de consumir, y para ello los pobres han de ganar más. Así, todo lo que ganan vuelve a los bolsillos de los ricos.
Toda la
riqueza queda en manos de intereses privados.
Y la riqueza se emplea para generar más riqueza, no para
atender y resolver los problemas sociales.
Se invierte
por ello en viajes espaciales porque en este mundo ya está todo conquistado y
necesitan otros mundos para seguir explotando. Y de paso o previamente se
invierte también en crear armas más destructivas. Y se crean grupos terroristas
para justificar sus guerras.
Y en
tecnologías para que los humanos estén cada día más robotizados y se crean más
libres y no cuestionen la miserable sociedad.
No se invierte en sanidad y educación porque no les interesa.
Quizá inviertan a partir de la pandemia, porque ésta también les ha causado perjuicios. Menos a las farmacéuticas, ¿No habrán inventado el virus, ellas? No hay que descartarlo
Por tanto, no
se tienen unos ciertos conocimientos porque los intereses se han inclinado en
otra dirección. Hay demasiados conocimientos en unos aspectos, mientras que en
otros domina la ignorancia. No existe simetría, ni equilibrio, ni equidad, ni
igualdad.
El poder de unos pocos se asienta sobre la ignorancia de otros
muchos.
La fuerza y el
poder quedan en un lado, la bondad y el saber en otro o no existen siquiera. El
primero lleno, desbordado, el segundo vacío, aniquilado.
La miserable sociedad proclama y adoctrina en la importancia y necesidad de la fuerza y el poder, en contra del saber y de la bondad.
Ensalza a los fuertes en contra
de los débiles, los sabios y los bondadosos.
La inteligencia para ellos es saber engañar mejor al otro.
Pero esto no es inteligencia, es psicopatía, la capacidad de engañar y maltratar al otro.
Nuestro
sistema social es la cuna de la psicopatía.
Engaña,
manipula, tergiversa, confunde, explota, esclaviza, para dominar y controlar a
los individuos.
Siembra el
caos, la ignorancia, la inseguridad permanente, la dependencia, el
sometimiento.
Ese es el caldo de cultivo para estar desconcertado, agresivo, frustrado, desalmado, incierto, alienado, neurótico, psicótico, psicopático.
Y esa es la justificación para implantar leyes, prohibiciones,
cárceles, reformatorios, manicomios.
Y esta es la justificación para invertir en policías y en
militares.
Es una cadena, perpetua.
Policías y
militares son necesarios –dicen- para mantener el orden.
Lo que no
dicen es que el desorden fue impuesto y promovido por ellos previamente para
justificar la implantación de las órdenes, las leyes, los castigos. Se implanta
el desorden cuando se implanta la desigualdad y la injusticia. La raíz del
desorden es la injusticia.
A este
desorden implantado, basado en la desigualdad y la injusticia, lo llaman el
orden constitucional, la normalidad, que deja en la miseria a los desvalidos.
A los
desvalidos les quedan dos opciones para hacer su vida; obedecer o revelarse. Si
obedecen se integran en el sistema y se convierten en siervos ciudadanos. Si se
rebelan lo tienen más difícil, los medios represores con los que se encuentra
son muchos.
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