La educación como domesticación fija, pega, ancla en los niños, actitudes y sentimientos
y con estos, ideas: Resignación. Inseguridad. Miedo. Desconfianza.
La emoción se contagia. La actitud de un
familiar es mimetizada por el niño y de adulto formará parte de su
comportamiento sin saber de dónde viene. Una madre, una abuela, una tía,
ansiosa, miedosa, insegura, etc., transmite la emoción al niño, este la mama,
la mimetiza. Pero es que, además, la emoción conlleva un comportamiento, una forma de
ser y de actuar. Al pegarse la emoción se nos quedan clavados también los
comportamientos.
Manifiesta esa emoción y esos comportamientos ante
los demás, ante los acontecimientos que le rodean, solo podrá desprenderse de
ella, tomando consciencia primero, pero después, solucionando en la realidad,
con actos, lo que ese comportamiento implica, ha de corregirlo, transformarlo. Cuanta más cultura y saber tenga, más
herramientas para concienciarse y transformarse.
Tendremos resignación ante los
acontecimientos diarios. / La vida
es así, qué se le va hacer… / Intentar
cambiar la situación ni se nos puede pasar
por la cabeza, pero esa es la única solución: actuar para cambiar / las
situaciones desconocidas nos dan miedo – mejor lo malo conocido que lo bueno
por conocer / Estamos seguros en nuestra cárcel, la libertad nos da pavor /
Tenemos el miedo y la inseguridad metidos en el cuerpo / Estas emociones
están reforzadas por las ideas “ ideologizantes” y justificadoras de lo que
pensamos, de lo que hacemos y de lo que no hacemos / A una manifestación corporal
que es la emoción, se le añade una
justificación o razón mental /
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