Nuestra vida está orientada en torno a las emociones, definidas éstas como las manifestaciones y expresiones sobre lo que nos causa placer o displacer.
Esta orientación se ha ido configurando en los seres vivos desde la primera célula viviente.
Se puede simplificar como ir hacia la búsqueda del placer y huir o rechazar el displacer. Dicho de otra manera, tener precaución ante un posible peligro y aceptar aquello que nos da tranquilidad. Las emociones en definitiva se fijan en relación con preservar la vida respecto a la muerte. Lo relacionado con la vida, en principio es bueno y placentero, mientras lo relacionado con la muerte es desagradable y displacentero.
Las emociones son reflejos innatos, aprendizajes, que se han ido generando, fijando y heredando a lo largo de la evolución, como medidas de adaptación al medio entorno y de encontrarse seguros en él.
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