Cuando
la esperanza es improbable la alternativa es el suicidio.
En
la enmarañada tela de araña de relaciones tejida por la familia,
su centro va a
ser un nudo escurridizo que acabará estrangulando a cada uno de sus miembros.
Si
los esfuerzos por deshacernos de esos hilos casi imperceptibles, que nos
conducen a ser tragados por la araña monstruosa resultan vanos, el suicidio
consciente o no, se presenta como liberación. Es la única forma de romper la
tela de araña.
La
política familiar tiene su fin en la destrucción del individuo, en la
destrucción de su autonomía. Los miembros de la familia llegan a ser simples
marionetas. Los hijos son meros juguetes de los padres.
El
entramado de relaciones es complejo.
La
mente centro racional y el cuerpo centro sensible cuyo funcionamiento como unidad indisoluble forman la esencia humana
son aniquilados y separados.
La racionalidad y el sentimiento quedan
destruidos.
En su lugar aparecen el sentimentalismo y la irracionalidad regidos
por mecanismos afectivos cuyo centro podría estar situado en el corazón como
ellos mismos pretenden.
El corazón disociado de la mente y del resto del cuerpo
es el centro del chantaje, del melodrama, de los celos.
El corazón es el centro
de la tela de araña.
El telar de su motor aunque complejísimo en su estructura
es muy sencillo en su funcionamiento.
Basta con tirar de uno de los múltiples
hilos para que el corazón de la marioneta que es el hijo, se comporte como
habíamos establecido.
Comportamiento programado semiinconscientemente por los
padres para que el hijo sea y actúe como ellos desean.
El hijo es el juguete
que los padres nunca tuvieron.
La
realización de su frustración vital.
Falsa realización que implica el aniquilamiento de los otros miembros cuyo
ser se ve dificultado y ahogado por esa
red de relaciones.
Las
salidas escasas y laberínticas, angustiosas, solitarias y terribles empiezan o
terminan en la locura.
El enterramiento es la integración, el comportamiento
normal y establecido del no-ser de la tela de araña y el corazón plañidero.
La
liberación total y única comienza por desenredar la madeja.
Es un proceso lento
que trata de desligar los hilos que nos mantienen en la tela de araña frente a
la araña voraz.
Hemos de salir de la tela jaula sin ni siquiera llevar un hilo
prendido en la chaqueta.
No se trata en principio de matar a la araña, sino de desenredarnos
conscientemente de sus hilos tentáculos.
La araña familiar teje su tela en
nuestro comportamiento.
Aunque matemos a la araña la tela sigue enredada
dirigiendo nuestra conducta.
En esa
conducta, nosotros somos meras arañas que seguimos confeccionando telas en las
personas con quienes nos relacionamos.
Nuestra tela de araña ha sido confeccionada
por nuestros padres, convertidos en arañas por sus padres respectivos.
Si no
nos desembarazamos de la tela de araña y dejamos de ser arañas, seguiremos
confeccionando telas de araña.
En una unión relacional, comunicacional, no
política, no legal, el compromiso debe estar en el máximo autónomo, libertario,
existencial, que consiste en o dejarse caer en la tela de araña propia, una vez
desenredados de todas las telas de arañas.
El matrimonio político, legal, es la
institucionalización de la tela de araña creando hijos arácnidos en un ciclo
permanente de telas de araña.
La tela de
araña se extenderá automáticamente hasta los antepasado de cada miembro de la
pareja con los que la pareja ya se encuentra ligada –padres políticos, hermanos
políticos, etc.- , hasta perpetuarse en los hijos, nietos y estos seguirán extendiéndolas
en sus relaciones “políticas”.
En este
telar político todos los miembros familiares son victimas.
Padres e hijos dejan
de ser hombres, para ser arañas.
Toda la plusvalía afectiva capitalizada va a
parar al centro institucional, al corazón de la política, que es el estado.
El
estado es la gran araña.
Allí es donde reside el interés de que la enorme tela
no sufra ninguna fisura.
Porque en los nudos de esa tela permanecen atadas la
individualidad, la autonomía, la libertad, de cada persona humana.
El estado es
antagónico de la individualidad.
La realización humana basada en la
potencialización de sus capacidades individuales y exclusivas, en la creación
y comunicación auténticas encuentra su
adversario central en el estado.
El estado sigue hacia adelante regalando
máscaras de libertad, concediendo
caritativamente reivindicaciones secundarias basadas en el bienestar económico
pero sigue cercenando con el complot de todos los ciudadanos convertidos en
arañas, la auténtica libertad individual.
Porque sabe que ahí reside su
destrucción. En la unión de las individualidades en lucha por su
individualidad total.
El poder económico
reside en la moral, en la cultura.
Y la base está en la reducción del ser
hombre en araña.
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